jueves, 13 de abril de 2017

República Carrillista

Ojalá lo más vergonzante en torno al 86 aniversario de la proclamación de La segunda República hubiera sido el adelanto de la manifestación al ocho de abril. Y eso que adelantar una manifestación tan señalada en el calendario de la izquierda para que no coincida con las vacaciones de la gente normal ya es bastante vergonzoso. Encima este año que va a hacer buen tiempo y no van a haber cadenas hoteleras con millones en pérdidas, ni nazarenos llorando como magdalenas por no poder pasear a la virgen de turno o al cristo de los dolores o del llanto o de alguna otra mierda. Cosas del rupturismo, supongo.

No, no teníamos bastante con eso. Resulta que en este ambiente de triunfalismo sin fundamento y recortes, uno de los muchos grupos de grandescompis que han florecido al olor de la colocación rápida nos saca un eslogan, que aquí lo importante es que la gente normal compre, de un profundo calado político. Tanto tanto que a mi me daría la risa si el SG del PCM no hubiese asistido a la presentación del momento histórico correspondiente.

“De esto sólo nos saca una República” nos dicen los compis, porque como todo el mundo sabe una República acaba per se con la explotación y la desigualdad y la miseria y el hambre. No hay más que fijarse en lo bien que le va a las repúblicas del sur de Europa. En Grecia están que lo petan.

Pero que la realidad no te joda el negocio han debido pensar porque además, en la rueda de prensa posterior, nos sorprenden con una declaración digna de descojone absoluto de monólogo en el Club de la comedia: “En un máximo de cuatro años tendremos una República” y, bueno, después de ver lo multitudinario de la convocatoria (las lenguas más optimistas dicen que fue la menos concurrida de los últimos doce años) seguro que nuestro SG se arrepiente de haber asistido impertérrito a aquella rueda de prensa tan acorde a la realidad seguro, seguro como que al final del arcoiris hay un duendecillo con un caldero lleno de monedas de oro.

Tan seguro como que abandonar las reivindicaciones históricas de la izquierda creo que ya estaba inventado. Y, claro, esto nos lleva a Carrillo renunciando a la tricolor en pos la reconciliación nacional. Y, bueno, no seré yo el que reivindique a Carillo más allá de su resistencia al cáncer de pulmón pero que aquello por lamentable que fuese supuso un cambio a mejor en las condiciones de vida de la clase trabajadora en comparación con la falta absoluta de libertades en la dictadura.

Debe ser cuestión de prioridades, primero dejó de ser prioritario el análisis de la realidad y con ello  la salida de la OTAN, la ley aquella de emergencia social, el aborto y, como o no podía ser menos, la República.

¿A quién beneficia todo esto? A los carrillistas, supongo.

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