jueves, 2 de marzo de 2017

Nacionalización y Contradicciones


Hace unas semanas, y curiosamente coincidiendo con una ola de frio, la mano invisible que regula el libre mercado capitalista decidió que el precio del Kwh de energía eléctrica iba a ser, por arte de magia, el más alto de la historia de nuestro país.

Durante todos los días que dura esta ola de frio, los informativos y las tertulias políticas abren con la “desagradable noticia” del repunte de la tarifa eléctrica y vuelven a bombardearnos con todas las soflamas habituales en este tipo de abusos por parte de las empresas (privadas) del sector energético.

La mal llamada “pobreza energética” y las puertas giratorias centran todos los debates. Al parecer los pobres energéticos no pueden pagar por alguna razón oculta que no tiene nada que ver, en absoluto, con los salarios de miseria y el desempleo y las puertas giratorias son algo nuevo y tampoco tienen ninguna relación con que un gobierno burgués no sea más que el consejo de administración de los intereses económicos de la clase dominante.

En todo el circo mediático, tan plural él, ni una sola voz tiene la brillante idea de hablar de la tasa de ganancia de estas empresas, ni de la básica ley de la oferta y la demanda ni mucho menos de la necesidad de nacionalizar los sectores estratégicos de la economía para que los servicios básicos sean accesibles a todo el grueso de la población y dejen de ser productos de lujo para un porcentaje cada vez mayor de familias trabajadoras. 

Esta reivindicación histórica de la izquierda española parecía aún más olvidada que en el programa político de la confluencia hasta que el PCE lanza una campaña exigiendo la nacionalización de las compañías eléctricas. Campaña muy de agradecer, todo hay que decirlo, cuando el nivel de contagio de la ideología del sentido común en el movimiento obrero es de un calado tan profundo.

Una campaña de actos informativos en los barrios obreros, actos en las asambleas y muy trabajada en redes. Todo muy bien. Todo de cara a la galería si tenemos en cuenta que el programa de mínimos con el que presentan al PCE en las instituciones, vía confluencia, descarta absolutamente la nacionalización de nada y mantiene que no hay alternativa al libre mercado.

La política de izquierdas de cara a la galería que llevamos padeciendo desde las últimas elecciones al Parlamento Europeo sumida en el triunfalismo y la autorrefecencia parece no estar dispuesta a atacar los intereses de la clase dominante más allá de la venta de eslóganes publicitarios. No somos comunistas para exigir nada que no estemos dispuesto a llevar a cabo, somos comunistas porque sabemos que hay una alternativa viable al sistema económico criminal que es el capitalismo.

El camino hacía el socialismo es largo y lleno de dificultades, todas ellas derivadas de la confrontación directa de los intereses de la clase dominante con los de la clase trabajadora que, aunque hay quien se empeñe en negarlo, son antagónicos y si no estamos dispuestos a presentar batalla mejor nos quedamos en casa calentitos si es que nos da para pagar la factura del gas.

De lo absurdo de lanzar una campaña contra la OTAN después de haber compartido candidatura con el Carnicero de Libia ya hablamos otro día que hoy me da pereza.

Sergio Escudero

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