miércoles, 15 de febrero de 2017

Even the olives were bleeding

                                       

                                                        

20 de febrero de 1936, Harry, un voluntario de la XV Brigada Internacional fuma de su pipa protegido por un parapeto. El dia es frio pero Harry tiene una cazadora de cuero con forro de borrego que es la envidia de sus compañeros. En ese momento un obús cae y destroza parte del parapeto que protege a Harry y a sus camaradas.  Tras levantarse del suelo y sacudirse la cazadora, Harry da una calada a su pipa y dice "¿habéis oído algo?"
Estamos en el Valle Del Jarama, entre Rivas Vaciamadrid y Ciempozuelos, uno de los valles más ricos de Madrid, en medio de la que fue a la vez la última batalla clásica y la primera batalla moderna. Hoy, entre los cultivos y los olivos, cualquier caminante interesado puede encontrar recuerdos de aquella batalla: balas, casquillos, latas de conserva... por no hablar de las construcciones que sobreviven, trincheras, bunkers, túneles... no tuvo la fortuna de llegar a nuestos dias el monumento que se levantó a la Brigadas Internacionales, el mayor ejemplo de solidaridad que la Historia nos ha dado, cerca de Morata de Tajuña. Franco, que no podía consentir la memoria de unos voluntarios que se enfrentaron casi sin formación militar a un ejército potente por el simple compromiso de mantaner la Democracia y ponerle freno al fascismo, lo mandó demoler justo después de terminar la guerra.

El ejército de golpistas dirigido por Franco ya había intentado en otras ocasiones tomar Madrid por la carretera de La Coruña, por Ciudad Universitaria y por (permítanme aquí un poco de patriotismo) por Carabanchel, donde se luchó calle por calle y casa por casa y donde los carabancheleros fueron los primeros que consiguieron detener un ataque de los fascistas al grito de "NO PASARÁN". Tras estos tres fracasos, Franco decidió que si no podía tomar Madrid, lo mataría de hambre cortando los suministros que llegaban por la carretera de Valencia. También fracasó. Pensó que ante las condiciones de escasez los madrileños se levantarían contra su gobierno y le entregarían Madrid. Tampoco sucedió, más bien al contrario. Los madrileños dejaron claro su compromiso y su lealtad a la República y su firme voluntad de detener al fascismo y convirtieron Madrid en una ciudad organizada y autogestionada tal como relatan testigos directos como el General Juan Modesto o el Doctor canadiense Norman Bethune: "Madrid es muy optimista. El enemigo está a seis millas pero las calles están a revosar (...) Todas las tiendas están abiertas. La comida es abundante y barata (...) Hay miles de carteles desplegados. Todos son, por supuesto, antifascistas. El puño cerrado hacia arriba es el saludo de los cuatro partidos de la República" escribió el Dr. Bethune el 3 de noviembre , al poco de llegar a Madrid.

El Jarama fue la mayor movilización de tropas conocida hasta entonces. De un lado, el Ejército Popular de la República, recien creado a partir de  milicias populares como las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas, origen del Quinto Regimiento del PCE o las Milicias Confederadas de la CNT, apoyado por la Brigadas Internacionales, voluntarios llegados de todas las partes del mundo: China, Irak, México, Cuba, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Francia, Bélgica, Alemania, Polonia..., que en algunos paises perdieron su nacionalidad por haber defendido a la República, sin más armas que su ideología comunista y su propósito de parar al fascismo en España para , como dijo el brigadista David Lomon, no tener que hacerlo a las puertas de sus casas. En Frente, un ejército de generales levantados contra su propio pueblo, compuesto en su mayoria por Tabores de mercenarios moros con permiso para saquear y que eran temidos por su crueldad en el combate. La madrugada del 11 de febrero, uno de estos tabores pasaba a cuchillo a los centinelas franceses del batallón André Marty que custodiaban el puente del Pindoque. Un médico de las Brigadas Internacionales contó así la toma del puente "Los moros ahorraban sus municiones, utilizaban sus cuchillos, cuchillos largos, triangulares, deslustrados" Uno de los centinelas franceses consiguió detonar las cargas explosivas colocadas en el puente antes de morir, con tan mala suerte que este se elevó y volvió a caer sobre sus pilares, permitiendo el paso de tropas y caballerías.
Superado el rio por los puentes de el Pindoque y el recién inaugurado de San Martín de la Vega y con el puente de Arganda a tiro aunque fuertemente defendido, los fascistas dirigen sus ataques hacia Morata de Tajuña con la intención de cortar allí la carretera de Valencia, por donde llegan a Madrid y al propio frente republicano suministros que campesinos organizados en defensa de la República y de la reforma agraria que, por fin les había entregado las tierras, envían desde Fuentidueña Del Tajo, Estremera  y otros pueblos, como podemos ver en el documental de Joris Ivens y Hernest Hemingway "The Spanish Earth". Es ahora cuando se producen los mayores combates. Camiones con voluntarios de la XV BI se envian desde Morata en mitad de la noche y cavan trincheras con sus cascos, con sus bayonetas, con sus manos. En círculo, pues no saben dónde se encuentra el enemigo fascista. Uno de esos camiones se equivoca en un cruce y se dirige hacia las líneas enemigas. Nunca se supo qué fue de él. En el aire, las escuadrillas republicanas del Comandante Lacalle, con sus P-15 y sobre todo P-16, enviados por la Unión Soviética y que son los cazas con la tecnología más avanzada del momento son las claras dominadoras frente a los más antiguos Fiat CR-32 italianos. En tierra los tanques soviéticos T-26 hacen estragos en las filas fascistas con cargas al estilo de la caballería. La disputa por el Cerro Pingarrón, punto estratégico desde el que se domina el valle, hace que Franco ordene venir expresamente desde Marruecos al Capitán Zamalloa con un Tabor de Moros para defenderlo. Antes, Asensio por los franquistas y Líster por los republicanos habían tomado y retomado el cerro incluso en cuestión de horas en heroicos ataques y contraataques. Líster describió las acciones así: ”se planteó la toma del Pingarrón, que fue encomendada a la 1era Brigada, que conquistó el cerro en la madrugada del 18 al 19 de febrero aniquilando con granadas y bayonetas a un batallón enemigo”. Finalmente Zamalloa aseguró el cerro y con él ya fuertemente protegido, la XV brigada internacional fue enviada a atacarlo desde la Colina del Suicido, una cota sensiblemente más baja y despejada de vegetación desde la que eran un blanco facil para la artillería y fusilería fascistas. Centenares de voluntarios permanecieron horas bajo el fuego enemigo, fingiendo estar muertos unos, excavando agujeros en los que meterse con sus propias manos otros. En este ataque murió el poeta y activista Irlandés Charlie Donnelly, uno de cuyos versos da título a este artículo ("corrimos para cubrirnos y Charlie Donnelly, comandante de la compañía de los irlandeses, se cubrió detrás de un olivo y cogió un puñado de aceitunas, exprimiéndolas. Le escuché decir <even the olives are bleeding> (incluso las olivas sangran)) Hoy cuenta en Rivas Vaciamadrid con un pequeño monumento esculpido en piedra traída desde su pueblo natal. También murió Kit Conway, veterano del Ejçercito Republicano Irándés durante la guerra de la independencia y en el Jarama comandante de una compañía de irlandeses. Hace unos años, durante una de las marchas organizadas por la Asociación de Amigos de Las Brigadas su camarada y compañero de batallas Bob Doyle cogió un puñado de piedras y las amontonó en el lugar donde Konway recibió el disparo que le costó la vida, creando un monumento espontáneo a Kit y a todos los voluntarios británicos caídos por la libertad.

La batalla del Jarama se puede dar por concluída a finales de febrero, cuando las posiciones estaban ya tan fortalecídas que hacían inutil cualquier ofensiva. A pesar del considerable avance conseguido por el ejército franquista, este no consiguió su objetivo de cortar la carretera de Valencia, que siguió suministrando a la ciudad de Madrid, por lo que se puede considerar como una victoria del ejército republicano. Victoria que se confirmó apenas semanas más tarde en la Batalla de Guadalajara, donde los franquistas fueron claramente derrotados. Según un oficial fascista italiano "la batalla del Jarama no solo fue estéril e improcedente, sino que pesó como una derrota"

Sin embargo, la batalla del Jarama no terminó con el fin de las operaciones militares. Camino del desembarco de Normandía, veteranos del Lincoln Battalion enrolados en el ejército americano, entonaban el que había sido su himno en España, la canción Jarama Valley

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